13 ene 2012

Libro de Pedro Solans "Melitona Enrique, sobreviviente de Napalpí" en una entrega para todos

El próximo sábado, El Diario de la Región ofrecerá a sus lectores una obra fundamental e indispensable para el pensamiento multiétnico y donde, el perodista y escritor chaqueño, profundiza en la vida de la última testigo y víctima de la Masacre
Pedro Solans, chaqueño radicado en Villa Carlos Paz, Córdoba, y director del Diario de Carlos Paz, es autor – entre otros libros – de éste que ahora llegará de manera masiva a los lectores del matutino editado por la Cooperativa La Prensa. Aquí presentamos el reportaje que el periódico preparó con motivo de este acontecimiento literario y editorial. ¿Considera que hurgar en la matanza de Napalpí y reescribir la historia limpiamente, lo que ocurre en su libro "Crímenes en sangre'' - del cuál el cuaderno Melitona, que se entrega este sábado es hija- cumple como blanco con un deber moral? - No sé si con un deber moral. Lo que sí, considero, es que con reescribir una historia que fue distorsionada se cumple con ese compromiso sanguíneo que tiene cada periodista, cada escritor, con su oficio. Uno siente que lleva la pasión del periodismo en la sangre, y eso, hace que uno sienta una bocanada de alto fresco o de savia cuando termina un texto como este. En lo personal, con mis textos que casi todos tienen que ver con Chaco, también estoy reconstruyendo algo de mi infancia. Pareciera, porque no estoy seguro, que estoy reparando un mapa emocional que me pertenece. ¿Qué significa Napalpí para la nación toba? - Para los toba-qom fue un golpe a su alma colectiva. Nunca más reclamaron nada hasta hace poco que volvimos a escucharlos. Napalpi los invisibilizó por completo, a tal punto, que en una época preferían no existir. Desde un caminar como no queriendo hacer ruido hasta un silencio sepulcral. Les habían extirpado la voz y se quedaron con una mirada temerosa. Hay que recordar que la masacre de Napalpí ocurrió el 19 de Julio de 1924, en pleno Silgo XX, a casi cinco siglos de la Conquista. Creo que Napalpi los humilló de mala manera que hoy aún los avergüenza; porque además del derramamiento de sangre, hubo una orgía del terror, una degradación humana. ¿Siente que el genocidio - adoptando otras formas - continúa, o el presente que arranca, digamos, con el pedido de perdón del gobernador Capitanich ha cambiado las cosas? -El gesto del gobernador, Jorge Capitanich, tiene una importancia de tal magnitud que todavía no nos damos cuenta. No porque haya cambiado nuestra conducta, sino porque quedará como antecedente que un Estado haya reconocido una matanza, un genocidio. Y eso tiene un valor jurídico, tiene un valor simbólico y tiene un valor institucional. Pasar de tergiversarla historia, de negar los hechos, a pedir perdón públicamente desde el Estado, es muy relevante. Ahora hay que recordar y hacer valer culturalmente ese hecho histórico. Desde esa perspectiva, considero urgente, e indispensable, que un medio de prensa como e1DIARIO de la Región recuerde este hecho de nuestra historia reciente con una publicación como Melitona Enrique, sobreviviente de Napalpí. Por eso, humildemente, debo reconocer y felicitar como chaqueño a este matutino. ¿El blanco, la sociedad chaqueña ha virado su visión del indígena; cree que estemos venciendo prejuicios y en el ejercicio de respetar la otredad? -Sí, esta virando; pero muy lentamente. Nos cuesta porque son siglos de formación de imaginarios sociales dominantes. Tenemos incorporados valores foráneos, casi rayanos con la incoherencia. No soportamos esa diversidad cultural, aunque tengo mucha esperanza que los argentinos ganemos esta batalla cultural que estamos librando. - Seguramente atesora su encuentro con Melitona. ¿Qué recuerdo, qué palabras de la anciana qom han quedado vivos en su memoria? -Ella, me dejó uno de mis grandes tesoros. Solo ella y yo sabemos qué nos intercambiamos en esas miradas en su rancho El Aguará. Yo cumplí, y sigo cumpliendo, y tal vez, a nuestra generación le toque remendar, zurcir los desgarros. históricos-sociales que no nos dejaban integrar un ser colectivo. Melitona Enrique, como muchas mujeres chaqueñas - aborígenes, gringas y criollas - atesoran aún aportes indispensables para el pensamiento multiétnico que nos volverá a encauzar por las huellas de la argentinidad. - También es autor de "Isidro Velazquez, retrato de un rebelde", ¿Cuál es su fascinación con este bandolero? -Para mí, Isidro Velázquez ha sido puesto por la sociedad chaqueña su conjunto, en los altares de las leyendas. Dejó las páginas policiales para ser un santo popular, un vengador, un "Robin Hood" nuestro, un rebelde, un hombre con poderes sobrenaturales. La fantasía, el misterio de la gente y los hechos que conocemos, han construido una de las leyendas que más aporte hace a nuestra identidad chaqueña. En su historia, encontramos episodios de amor, pasión, traiciones, heroicidad y todas las virtudes y miserias humanas en un contexto geográfico e histórico bien definido. - Melitona e Isidro tienen en común una localidad, Machagai. Usted es un quitilipense viviendo en Carlos Paz ¿Hay ricas historias en Chaco para hacer literatura? ¿Lo tienta en la actualidad alguna? -Sí, claro que sí. Soy un chaqueño al que lo desarraigaron muy chico; pero en realidad, nunca me separé de mi tierra. Creo fervientemente en todo el Litoral, y todo lo que sea Chaco me tienta. Respecto de Machagai, considero que es un pueblo que debería transformarse en uno de los pulmones culturales de la región, y brego para que allí se abra el museo de Napalpí, pero también de los Velásquez. Y no hay que olvidar que allí nació el gran novelista Hermes Villordo, el guitarrista Oscar Alemán. Allí tuvieron epicentro las Ligas Agrarias, y tantas historian en torno a la industria de la madera y sus colonias, que sería bueno elaborar un proyecto para articular todo ese potencial histórico, cultural y turístico. Ojala se pueda impulsar colectivamente. www.chacodiapordia.com

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