27 jul 2010

Valiosa experiencia solidaria de entrerrianos en el Chaco


En Villa Río Bermejito
Valiosa experiencia solidaria de entrerrianos en el Chaco
Cuatro jóvenes de Gualeguaychú - Entre Ríos- viajaron 1.200 kilómetros para llevar ropa, abrigo y alimentos a la comunidad toba del paraje Don Emilio, cerca del río Bermejo.

"Pasan el día sentados abajo de un árbol esperando la muerte", con estas palabras, el grupo de Amigos Solidarios, definieron la vida de las comunidades tobas, que sobrevive en El Impenetrable chaqueño. De regreso a Gualeguaychú, Luis, Patricio, Alfonso y Nicolás relataron la dura y enriquecedora experiencia de haber pasado una semana en el medio del monte chaqueño rodeados de miserias, necesidades y mucho abandono.

Partieron hacia el Chaco el 17 de julio, viajaron 1.200 kilómetros para llegar a Villa Río Bermejito y desde allí al paraje Don Emilio. Llevaban consigo ropa, calzado, abrigos y alimentos no perecederos que la comunidad había donado para esta cruzada solidaria.
Un solidario les prestó la camioneta para poder trasladarse con todo lo que parecía mucho y no alcanza. Comienzan a hablar y sus ojos se empañan por la emoción. Luis tiene 53 años y dice no haber vivido jamás una experiencia similar. La falta de atención médica, las precarias viviendas de barro, la inexistencia de medios de movilidad como también de servicios, la distancia de 30 kilómetros a la escuela más cercana, son algunas de las cosas que hacen inevitables la comparación con las comodidades que uno disfruta a diario.

Nicolás, con todo el ímpetu de la juventud, siente que ya debe trabajar para regresar. "Una abuela se largó a llorar de una manera que no la podíamos consolar", cuenta. "Supimos después que la había emocionado el hecho de que alguien los vaya a visitar. El abandono por parte del Estado es evidente", expresó.

Ayuda que no alcanza.
Reciben mensualmente una ayuda alimentaria de 3.000 cajas de alimentos por parte de la Provincia y la Nación y nada más. Pese a encontrarse en una reserva, han perdido parte de sus tierras ya que alguien las "vendió" a un privado. Han modificado su hábitat de tal manera que los animales que cazaban para alimentarse, muchos ya están en extinción y esta modificación también les ha traído un cambio en las temperaturas, el frío es mucho más intenso y las pieles de los animales que cazan no abrigan lo suficiente.

Poco más de 12.000 tobas son los que sobreviven en este paraje. Las adolescentes ya tienen varios hijos y su futuro será quizás como el de sus padres o abuelos o mucho peor. No han perdido el respeto a quien se acerca ni la dignidad de defender lo que les pertenece.
Mantienen su lengua y comunicarse con ellos es muy difícil. No quieren irse de ese su lugar, pero necesitan atención y protección. Necesitan que mantengamos viva esa parte de la historia que “Amigos solidarios” mostró con su relato.


(Fuente: Raquel Patt, Radio Máxima/El Diario de la Región).

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