29 jun 2010

Gestos solidarios desde Mar del Plata con la comunidad toba

Profesionales de la salud viajan todos los años para brindar asistencia médica a familias de aborígenes que viven en El Impenetrable chaqueño. Muchos están enfermos y no tuvieron educación formal. ¿Cómo ayudar?

El Impenetrable chaqueño esconde entre su vegetación cientos de comunidades tobas, que pasan los días en sus ranchos sin agua, durmiendo sin colchones, sin asistencia médica, ausentes para aquellos que desconocen sus necesidades o que conocen pero por diversos temas quedan separados de los progresos del resto de la sociedad, pero presentes para quienes conocen su situación y trabajan diariamente para brindar mejor calidad de vida a los más de 15 mil aborígenes de la región.
Hace más de dos años, la conocida cantante Patria Sosa creo una asociación civil llamada “Pequeños Gestos” para brindar ayuda a las comunidades de El Impenetrable, y al poco tiempo muchas personas de todo el país se sumaron aportando lo que estuviera a su alcance.
En Mar del Plata, el oftalmólogo Eduardo Gáspari fue uno de los interesados por esta ayuda y en total lleva realizados cuatro viajes en los cuales brinda atención primaria de la salud ocular y entrega anteojos a quienes más lo necesitan en el norte de Chaco.
Los viajes comienzan a 40 kilómetros de Castelli, en Villa Río Bermejito, la puerta de entrada a El Impenetrable. Sin embargo, la comunidad de tobas que allí viven tienen mejor acceso a los servicios, por estar en un punto turístico y en cercanías de una ciudad. Por ese motivo, Gáspari junto a más de 15 médicos de todo el país ingresan a la llanura chaqueña occidental un poco más en cada viaje donde permanecen por 5 días. “Atender a todas las comunidades es imposible, son varias familias con muchas necesidades, por eso se han elegidos comunidades en las cuales trabajar”, contó el especialista y agregó que “no somos el Estado, sólo brindamos nuestra ayuda lo máximo que podemos”.
“Hasta que no se llega al lugar no se puede dimensionar como es la vida allí: dentro de El Impenetrable las viviendas son ranchos de adobe con techo paja y piso de tierra; el agua la toman de los charcos y a pocos metros de donde se están sirviendo agua hay un chancho salvaje o un yacaré”, y a medida que se ingresa más a la región, las condiciones de salubridad descienden. Muchos de ellos padecen tuberculosis, desnutrición, sarna y la comunidad tiene la mayor incidencia de chagas.
Gracias a la popularidad de Patricia Sosa en algunos sectores, como en la isla “La Pelole” la comunidad aborigen tiene casas de material construidas a través del Estado Nacional y el grupo que integra el especialista está construyendo un comedor al lado de la escuela. Pero, según Gáspari “del total de las personas, el 70% viven de la dadiva, pero creo que lo mejor sería brindarles las herramientas para que tengan un desarrollo intelectual. Con escuelas y pozos de agua la gente va a estar bien en las próximas generaciones, ya que estarán instruidas y al ingerir agua limpia, se disminuirán las enfermedades. Ahora hay que darles comida y agua y para ello ya se comenzó a trabajar en la perforación de pozos y en hacer las conexiones para que todos tengan acceso al recurso”.
En uno de los viajes en la localidad de Bermejito un grupo de tobas bloquearon el camino para que los médicos con las donaciones no pudieran continuar con el recorrido, porque pretendían que la ayuda fuera para todos los integrantes de la comunidad, no sólo para algunos, “pero nosotros no somos el Estado, se equivocaban con quien reclamarle”. “Algunos plantean la desprotección del Estado, pero creo que para muchos su realidad ha sido mala durante toda la vida y no conocen otra cosa. Son muchos años de abandono.”
Mientras prepara con el grupo de médicos el próximo viaje a El Impenetrable, Gáspari busca los medios necesarios para poder operar a 11 tobas que padecen cataratas, y que puedan viajar acompañados. “Hoy son estás las personas que más atención necesitan más para recuperar la visión, pero en el próximo viaje encontraremos otras más”. Las salas de salud más próximas a las comunidades no cuentan con los requisitos necesarios para atender las demandas de la población, y no cuentan con un hospital cerca. “Hay un proyecto para construir un hospital en Bermejito que sería de mucha utilidad, pero también hay que tener en cuenta cómo los tobas accederían a los turnos y las consultas, ya que muy pocos tienen motos y las distancias son largas”.
Entre los aborígenes muchos no saben leer ni escribir y desconocen el castellano, pero hay otros integrantes de la comunidad que han terminado sus estudios secundarios y vuelven a sus lugares y trabajan para mejorar las condiciones de vida de sus familias, sin abandonar las tradiciones. Así se destaca la labor de Vicente, un ex combatiente de Malvinas que volvió a su isla y se convirtió en líderes para los suyos, y trabaja para que los miembros de la comunidad aprendan como manejarse fuera de su lugar y las oportunidades que pueden tener o Lucio que luego de aprender a leer y a escribir retornó al centro de El Impenetrable para transmitir su experiencia. Sin embargo, ellos son sólo dos de los muchos ejemplos de tobas quienes trabajan fuertemente para poder mejorar su calidad de vida sin olvidar sus raíces y tradiciones acompañados por gente solidaria que no se olvida de los “verdaderos dueños de la tierra”.
¿Cómo ayudar?
Las comunidades tobas necesitan alimentos no perecederos, muebles y colchones, “porque duermen en el piso o sobre cartones”, pero también es importante llevarles agua. Aquellos que quieran acercar donaciones para el próximo viaje a realizarse en el mes octubre, pueden dirigirse a la cochera ubicada en Avenida Colón 3667, de lunes a viernes de 8 a 20.
Además para colaborar con el control de la visión que realiza el Dr. Gáspari en las comunidades tobas y en los niños de barrios periféricos de la ciudad se reciben anteojos en el depósito de la calle Colón y en la panadería de la Asociación Síndrome de Down de Mar del Plata, Catamarca 4256.
Por Marina Guzmán
mguzman@diarioelatlantico.com

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